Proust versus Guerrero
25 años sin Guerrero

Proust versus Guerrero
Programa….
I
Johann Sebastian Bach (1685-1750)
Ich bin vergnügt in meinem Leiden
Aria para soprano de la cantata “Ach Gott, wie manches Herzeleid” BWV 58
Mich konn kein Zweifel
Aria para tenor de la cantata “Es ist euch gut, daß ich hingehe” BWV 108
Ich lebe, mein Herze, zu deinem Ergötzen
Aria para soprano y tenor de la cantata
“Ich lebe, mein Herze, zu deinem Ergötzen” BWV 145
II
Alfonso Casanova (1953)
Brevería (2022) para soprano clarinete en sib violín y viola
Carlos Satué (1958)
Il samble (2022) para soprano, tenor, clarinete, violín y viola
Félix Ibarrondo (1943)
Longtemps (2022) para soprano, tenor y grupo instrumental
III
Francisco Guerrero (1951-1997)
Rigel Música electrónica (1993)
Notas….
E
l cuarto concierto enmarcado en el ciclo 25 años sin Guerrero… se vincula a un escritor de su preferencia, Marcel Proust, de quien también se cumple el centenario de su muerte.
Para Proust, la música era el arte más amado después de la literatura. No se nos ocurre mejor forma de celebrar a estos dos genios que uniéndolos a través de la música.
Desde el núcleo allegado a la figura de Guerrero surgen para esta velada tres páginas de estreno de Ibarrondo, Satué y Casanova inspirados en lecturas de Proust. Ellas conforman el preámbulo de la obra electrónica Rigel, de Francisco Guerrero con la que finaliza el concierto.
Es sabido que Proust murió con la convicción de que nadie se había enterado de nada de su obra, su imponente empresa. Murió en 1922 cuando el autor tenía 51 años. Es posible que Guerrero también creyera lo mismo. Murió en 1997 a la edad de 46 años.
Gracia Terren

Si Proust iba “en busca del tiempo perdido”, Guerrero preconizaba e iba en busca de otra “verdad”.
Es en «Por el camino de Swann» donde se recoge la anécdota, de que un día, en casa de una de sus tías en Cabourg, al servirle una taza de té acompañada con un típico bollo (la célebre magdalena), su sabor al mojarlo y morderlo desencadena en su mente una brutal cascada de recuerdos y sensaciones. Inmediatamente comprende que esta memoria profunda de las sensaciones (aromas, sabores, tacto), a diferencia de la memoria voluntaria, tan caprichosa y antojadiza, es capaz de vencer al tiempo y de revivir el pasado en todo su esplendor y verdad.
Si Proust iba “en busca del tiempo perdido”, Guerrero preconizaba e iba en busca de otra “verdad”. La anécdota respecto a Guerrero nos la cuenta Stefano Russomano que tal vez pueda aclarar lo que para Paco era una “verdad” en música. Paco decía que «su opus ultimum no sería una composición sino una simple fórmula algorítmica. Y que cualquiera, a partir de ese algoritmo, pudiese escribir una pieza musical, cada una diferente de la otra y al mismo tiempo ligada a las demás por una común raíz matemática. Su deseo era dejar, como extremo legado, una idea tan pura que fuese posible extraer de ella una música personal sin modificar su sustancia».
Gracia Terrén